Archivos de etiquetas: Bar

Densidad

Entramos, el ambiente era denso, y no lo digo por la considerable cantidad de humo que recorría el lugarcomo intentando buscar una salida, si no por las miradas reprimidas de aquellos individuos dirigidas a tu escote, después, a la abertura de tu falda, que sólo dejaba a la imaginación una sola cosa.

Tú lidiaste con ello, estabas acostumbrada, toda una mujer, de carácter y de gran oficio.

Apenas nos sentamos y sentí tu mano sobre mi muslo, me puse nervioso, al parecer, tus dedos estaban inquietos.

Hablamos del clima desastroso de la ciudad y de la ironía de aquel lugar.

No sé en que instante, pasamos de estar tomando un café en una mesa, a un tomar un vodka en un sillón.

Me mostrabas la esencia de tu ser, la fuente de creación, me invitabas a explorar.

Tus manos eran suaves, delicadas, tocaban para hacer sentir, para expresar lo que tu boca era incapaz de expresar, esa necesidad tan carnal.

Exploré dentro de ti, probé de aquel manantial, en cada sorbo estremecías.

La sabana estaba mojada, tu recostada a mi lado.

Sonreíste y mordiste tu labio, ahora, buscábamos placer.

Así la conocí.

La conocí en un bar, se llamaba Sofía. Estaba ahí sola, bebiendo, ignorando a los aduladores, despreciando a los Don Juanes. Llevaba una blusa roja, una falda negra, unos tacones que bien podrían alcanzar el cielo.

Tenía la tez clara, el cabello castaño, largo y muy liso. Tenía unas manos delicadas y largas, sus dedos hacían ver elegante aquella copa que sostenía. Daba pequeños sorbos, pausados pero con buen ritmo. Cada que sus labios tocaban el contorno de aquella copa, mi mente hacía una fotografía y la guardaba en el lugar más seguro que posee.

Hubo un momento en el cual, una multitud de ojos se postraban en ella, iba camino al tocador. Mi mirada, al igual que la de muchos, la acompaño hasta la puerta. Caminaba con elegancia, parecía muy natural, no forzaba el contoneo de sus caderas, sus piernas firmes parecían un castigo para el suelo que tocaba.

Un hombre intento interceptarla en su camino de regreso, ella sonrió un poco y lo hizo a un lado con la mayor sutileza que pudo, casi lo derrumba. El tipo humillado, le grito un impropio, el cual a ella ni le inmutó, pero a él, las risas de los presentes, parecían carcomerle el orgullo. Leer más →