AUSENTE

Por las noches te he observado vagando por todos lados, da igual si vas de la casa a la milpa, de con Rufina a predicar; siempre pasa lo mismo, regresas desesperado a ese tu ataúd de madera, con tu traje integro que cada vez rellenas sólo con tu alma. Escucho que quieres huir porque te mueves mucho, no te quedas quieto; me encuentro impotente por no sacarte de ahí, toco tus manos rasposas, acarició tu rostro y recuerdo una historia por cada grieta, por cada arruga, pero esta vez no sonríes ni me hablas, sólo estas inerte.

 

¡A chingar su madre la muerte!

A este mundo le hacen falta hombres como tú; nos has dejado jodidos y, privaste al mundo de tus virtudes, sin duda, es más pobre sin ti.

 

Intenté platicar con Dios, le decía que, si aún me quedaba vida, aire o sustento, te diera de mí para que te levantarás y siguieras con tus aventuras, con tus trabajos, con tu forma de repartir amor a toda la familia; eras el pilar central y nos pusiste a tambalear. Aprendimos de tu fortaleza, de ese hombre reacio a la debilidad y al no trabajar. Creo que Dios no me escucho o fue mi falta de fe, porque te valió y te fuiste.

 

Quiero llorar a veces, detener todo, gritar y llorar porque eres como un terremoto, pasas y me dejas con grietas en el alma, con dolor en el pecho y con una angustia por no verte más, por saber que no podemos coincidir en algún sitio, porque nunca estaremos juntos de alguna manera. Me dueles, viejo.

 

Me has dejado incompleto, me dejaste viviendo y con un legado que tengo que compartir, que tengo que seguir porque sin decirlo, es la tarea que hay que cumplir. Dejaste a tu compañera de vida, dejaste a mi Madre sin ti, te llevaste todo porque lo único que tenía era a ti. Nos tiene a todos nosotros, pero ella está herida de tu muerte, porque de tu vida, ya no te tiene.

Deja un comentario